DIOS LES BENDIGA, LES COMARTO EL PRÌMER CAPITULO DEL LIBRO: " SANTA CENA LLDM- EL FALSO MILAGRO" , ESPERANDO QUE LES SEA DE BENDICIÒN,
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INTRODUCCIÒN
La secta auto denominada: “la luz del mundo”, afirma que cada 14 de agosto Dios les
perdona sus pecados.
En esta fecha se reúne una gran cantidad de fieles,
los cuales tienen la esperanza y creencia, de que Dios les perdonará
sus pecados por medio de su falso apóstol.
¿Cómo se originó esto?
En realidad, el 14 de agosto es la fecha del cumpleaños de Eusebio Joaquín,
El fundador de esta secta. En primera instancia, la secta le celebrara
esta fiesta a su dios en la tierra.
Despuès se les ocurrió la idea, de unificar el cumpleaños del
apóstol, con la celebración de la
santa
cena.
Esto lo afirmaron testigos oculares, en el documento denominado: “temario Iglesia del Dios vivo columna y apoyo de la verdad El buen Pastor.
Como
consecuencia, cada 14 de agosto los fieles dan hasta el último centavo,
con el fin de enriquecer a un
anticristo, y a su familia abusadora.
CAPÌTULO I
ORIGEN PAGANO DEL SACRIFICIO EUCARÌSTICO.
Es claro, que los apóstoles nunca predicaron ni enseñaron, que ellos tenían
poder para perdonar
pecados en una santa
cena, por medio de una oración de reconciliación.
En realidad, la creencia del sacrificio
eucarístico, es decir, creer que Cristo es sacrificado en la cena
del Señor, y que se recibe a Cristo, y perdón de pecados, es una doctrina de origen pagano.
Es de conocimiento común, que en el tiempo del imperio
romano, se veneraba a un falso dios denominado como mitra.
A este falso dios se le sacrificaban bueyes. Los participantes del ritual, tenían que comer la carne del buey y beber su sangre. Pues se enseñaba, que mitra estaba presente en la carne y sangre del animal.
De manera que cuando el fiel comía y bebìa la sangre de mitra, recibía a mitra, y recibía el perdón de sus pecados.
ANTECEDENTES GENERALES
¿De dónde surgió la misa? La historia lo confirma:
En los primeros siglos de la era Cristiana se mezcló en cristianismo y el paganismo:
"Los siglos que se sucedieron
presenciaron un constante aumento del
error en las doctrinas sostenidas por
Roma. Aun antes del establecimiento del papado, las enseñanzas de
los filósofos paganos habían recibido atención y ejercido influencia dentro de la iglesia.
Muchos de los
que profesaban ser convertidos se
aferraban aún a los dogmas de su filosofía
pagana, y no solo seguían estudiándolos ellos mismos sino que inducían a
otros a que los estudiaran también a
fin de extender su influencia entre los paganos.
Así se introdujeron graves errores en la fe cristiana. Uno de los
principales fue la creencia en la inmortalidad natural del hombre y en su estado consciente después de la muerte. Esta doctrina fue la base sobre la cual Roma
estableció la invocación de los santos y la adoración de la virgen María.
De la misma
doctrina se derivó también
la herejía del tormento eterno para los que mueren impenitentes, que muy pronto
figuró en el credo papal". – {CS 55.2}
"De este modo se preparó el camino para la introducción de otra invención del paganismo, a la que
Roma llamó purgatorio, y de la que se valió para aterrorizar a las
muchedumbres crédulas y supersticiosas. Con esta herejía Roma afirma la existencia de un lugar de tormento, en el que las almas de los que no han merecido eterna condenación han de ser castigadas por sus pecados, y de donde, una vez limpiadas de impureza, son admitidas en el cielo (véase
el Apéndice). – {CS 55.3}
"Una impostura más necesitaba Roma para aprovecharse de los temores y de los vicios de sus adherentes. Fue esta la doctrina de las indulgencias. A todos los que se alistasen
en las guerras que emprendía el pontífice para extender su dominio temporal, castigar a sus enemigos o exterminar
a los que se atreviesen a negar su supremacía espiritual, se concedía plena remisión de los
pecados pasados, presentes y futuros, y la condonación
de todas las penas y castigos merecidos. Se enseñó también al pueblo que por
medio de pagos hechos a la iglesia podía librarse uno del pecado y librar también a las almas de sus amigos difuntos entregadas a las llamas del purgatorio. Por
estos medios llenaba Roma sus arcas y sustentaba la magnificencia, el lujo y los vicios de los que pretendían ser representantes de Aquel que no tuvo donde recostar la
cabeza (véase el Apéndice). – {CS 56.1}
"La institución bíblica de la Cena del Señor
fue sustituida por el sacrificio idolátrico
de la misa. Los sacerdotes
papales aseveraban que con sus palabras podían convertir el pan y el vino en “el cuerpo y sangre verdaderos de Cristo” (Cardenal Wiseman,
The Real Presence, confer. 8, sec. 3,
párr. 26). Con blasfema presunción se arrogaban el poder de crear a Dios, Creador de todo. Se les obligaba a los cristianos, so pena de muerte, a confesar su fe en esta horrible herejía
que afrentaba al cielo. Muchísimos que se negaron a ello fueron entregados a las llamas
(véase el Apéndice)". – {CS 56.2}
CONCLUSIÒN:
El hecho de que la doctrina del sacrificio eucarístico, sea de origen
pagano, demuestra que no es una doctrina verdadera, para que esta
doctrina sea verdadera, tiene que venir
directamente de los apòstoles.
Es decir, debió de haber sido enseñada de manera clara por los apòstoles
de del Señor
Jesucristo.
ANTECEDENTES GENERALES
Las similitudes con el
paganismo son notables, y con
toda seguridad no casuales. También
en el culto pagano a Osiris se creía realmente
lo mismo que los católicos tienen que creer hoy en día:
que en la “cena sagrada”, se
comen la carne del dios sacrificado. Según el historiador francés
Robert Kehl, incluso la fórmula de transformación que se utiliza
en las misas católicas actuales se encuentra
esencialmente en aquellos cultos paganos, de donde se ha transmitido
textualmente “Dí siete veces: Tú eres vino”- entonces viene la transformación- “No eres vino
sino
la sangre de Osiris, las
entrañas de Jao”-
y con ello estamos ya con la carne.
Las fiestas
paganas de la eucaristía tienen
mucho en común con las actuales misas católicas. En aquellas otras el sacerdote se lavaba
antes las manos, era asistido por
monaguillos, había vestiduras especiales para la misa;
además se
utilizaban hostias con crucifijos tallados. En los momentos culminantes de la festividad- por ejemplo cuando se muestra
la hostia o el cáliz, o el “dios”-se dice que los dos monaguillos que el
sacerdote de Isis tenía a su lado agitaban el sonante sistro egipcio, que corresponde a la actual campanilla católica de los monaguillos.
¿Puede alguien imaginarse que
Jesús el Cristo, habría puesto en escena un culto o un espectáculo semejante
durante Su última
cena? Seguro que no.
¡Esto no es lo que enseñó Jesús de Nazaret! El pan y el vino deberían servir únicamente como símbolo de la entrega de Su cuerpo y de Su sangre. Hacer de ello una ceremonia
va en contra de lo que Jesús el Cristo quería y quiere.
Cuando en el día del Corpus es llevada la hostia por las calles en una procesión festiva,
también este rito procede del paganismo,
pues p. ej. , en el antiguo Egipto era costumbre realizar procesiones en que las divinidades eran transportadas en relicarios por las calles,
como puede leerse todavía en la piedra de Rosetta.
Pero esto la Iglesia
lo ha estipulado férreamente. En el
libro de Neuner Ross (que recoge las enseñanzas genuinas del catolicismo) puede
leerse: “Quien
diga que en el sagrado
sacramento de la eucaristía , Cristo, el único Hijo nacido de Dios, no pueda ser adorado con el homenaje externo
que requiere la veneración a Dios y
que por ello Él tampoco debería ser homenajeado con una fiesta especial
ni menos se le debería
llevar solemnemente de un lado a otro en procesiones de acuerdo con los loables y ampliamente extendidos usos y costumbres de la Santa
Iglesia, o que no se debería mostrarlo públicamente al pueblo para que lo adore y que los que
lo adoran son idólatras, quien diga esto ha
de ser excluido”. Sabemos que “excluido” significa
en última instancia tanto como “condenado”.
Lo que sabemos de la procesión del Corpus y de otras
muchas cosas ya existía efectivamente en los tiempos del paganismo. Aquí se llega hasta los detalles más mínimos. También en el paganismo existían
los lugares donde había que detenerse, los
altares que los creyentes podían erigir antes
sus casas y donde después la procesión se detenía brevemente. Había procesiones nocturnas
con antorchas y velas, en las que se cantaban diversas melodías. También había nuevos iniciados vestidos de blanco- pensemos en
los niños durante la primera comunión- etc. Y estos rituales paganos los encontramos hasta en los más ínfimos detalles en los de la Iglesia católica.
Por otro lado, existe desde el punto de vista católico la denominada “profanación de la hostia”.
Todo aquel que no trate la hostia como debería
hacerlo de acuerdo con la fe
católica es considerado un sacrílego. En tiempos pasados eran ajusticiadas por la Inquisición.
Sobre todo se culpaba a los judíos de profanar las hostias. Hace pocos años, en Indonesia se condenó a un hombre a varios años de prisión por haberse llevado
a casa una hostia bendecida
por un sacerdote.
En el paganismo se creía que mediante los rituales, la fuerza de la deidad se traspasaba a los hombres. Una semejante transmisión de fuerzas mágicas la encontramos todavía hoy en la Iglesia
católica. Los católicos están
convencidos que cuando van a comulgar
experimentan un fortalecimiento especial
en su alma. Este dogma de que la divinidad
está presente de forma real en
la hostia y en el vino era ya en la antigüedad objeto de discusiones. Doctores de la
iglesia y también Papas se opusieron
a ello hasta que en el año
1215 esta tesis fue declarada definitivamente como dogma.
CONCLUSIÒN:
Todas estas
evidencias demuestran, que definitivamente
la doctrina de la transustanciación, el sacrificio eucarístico, no es de origen apòstoico. Todo lo contrario,
es de origen pagano.
EL PLAGIO A LA IGLESIA CATÒLICA.
Es obvio, que la secta de la luz del mundo, copio la
doctrina del sacrificio eucarístico a la iglesia católica.
Primero, analicemos lo que declara
el catecismo sobre el tema.
SEGUNDA PARTE
LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO
SEGUNDA SECCIÓN:
SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
CAPÍTULO PRIMERO
AMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
ARTÍCULO 3
MENTO DE LA EUCARISTÍA
1322
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. levados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y
configurados más profundamente con Cristo por
la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
1323
"Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en
que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre
para perpetuar por
los siglos, hasta
su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar
así a su Esposa
amada,
la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, o de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pa
recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria
futura" (SC 47).
La Eucaristía, fuente y culmen de la vida eclesial
1324 La Eucaristía es "fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y
las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia,
es decir, Cristo mismo, nuestra
Pascua" (PO 5). 1325 "La comunión de vida divina y la unidad
del Pueblo de Dios, sobre los que la
propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera
admirable en la Eucaristía. En ella
se encuentra a la vez la cumbre
de la acción por la que, en Cristo,
Dios santifica al mundo,
y del culto que en el Espíritu Santo los
hombres dan a Cristo y por él al Padre" (Instr. Eucharisticum mysterium, 6).
1326 Finalmente, por la celebración eucarística
nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando
Dios será todo
en todos
(cf 1 Co 15,28).
1327 En resumen, la Eucaristía es el compendio
y la suma de nuestra fe: "Nuestra
manera de pensar armoniza con la
Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 5).
II.
El nombre de este sacramento
1328 La riqueza inagotable de este sacramento
se expresa mediante los distintos nombres que se le da.
Cada uno de estos nombres evoca alguno
de sus aspectos. llama:
Eucaristía
porque es acción de gracias a
Dios. Las palabras
eucharistein (Lc 22,19;
1
Co 11,24) y eulogein (Mt 26,26; Mc 14,22) recuerdan las
bendiciones judías que proclaman —sobre
todo durante la comida— las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.
1329 Banquete del Señor (cf 1 Co 11,20) porque se trata
de la Cena que
el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión y de la anticipación del banquete
de bodas del Cordero (cf Ap 19,9) en la Jerusalén celestial.
Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como
cabeza de familia
(cf Mt 14,19; 15,36;
M
c 8,6.19), sobre todo en la última Cena (cf Mt 26,26;
1 Co 11,24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lc 24,13-35), y con esta expresión los primeros cristianos
designaron sus asambleas eucarísticas (cf Hch 2,42.46; 20,7.11).
Con él se quiere significar que todos los que comen de este único pan, partido, que es
Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en
él
(cf 1 Co 10,16-17).
Asamblea eucarística (synaxis), porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión visible
de la Iglesia (cf 1 Co 11,17-34).
1330
Memorial de
la pasión
y de la resurrección del Señor.
Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia;
o también
Santo Sacrificio de
la Misa, "sacrificio de
alabanza"
(Hch 13,15;
cf Sal 116, 13.17),
sacrificio
espiritual (cf 1 P 2,5), sacrificio puro (cf Ml 1,11) y santo, puesto que completa y supera todos
los sacrificios de la Antigua
Alianza.
Santa y divina liturgia, porque toda la liturgia
de la Iglesia encuentra su centro y su expresión
más densa en la
celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la también celebración de los santos misterios. Se habla tamb
Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan
las especies eucarísticas guardadas
en el sagrario.
1331 Comunión, porque
por este sacramento nos unimos a
Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17); se la llama también las cosas
santas [ta hagia; sancta]
(Constitutiones apostolicae 8, 13, 12; Didaché
9,5; 10,6)
—es el sentido primero de la "comunión de los santos"
de que habla el Símbolo de los Apóstoles—, pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad
(San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephsios, 20,2),
viático...
1332 Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza
el misterio de salvación
se termina con el envío de los fieles ("missio") a fin de que cumplan
la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
III.
La Eucaristía en la economía
de la salvación
Los signos
del pan y del vino
1333
En el corazón de
la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo,
se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia
continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su
retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión:
"Tomó pan...", "tomó el
cáliz lleno de vino...". Al convertirse
misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los sig pan y del vino
siguen significando también
la bondad de la creación.
Así, en el
ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto "del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la
tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en en el gesto
de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y
vino" (Gn 14,18), una prefiguración de su propia ofrenda (cf Plegaria
Eucaristía
I o Canon Romano, 95; Misal Romano).
1334 En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos
como sacrificio entre las primicias de la tierra en señal de reconocimiento
al Creador. Pero reciben también una nuev significación en
el contexto del Éxodo: los panes ácimos que Israel come ca en la Pascua conmemoran la salida apresurada y
liberadora Egipto.
El recuerdo del maná del desierto
sugerirá siempre a Israel del pan de
la Palabra de Dios (Dt 8,3).
Finalmente, el pan d día es el fruto
de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad
a sus promesas.
El "cáliz de bendición" (1 Co 10,16), al final del banquete pascual de los judíos, añade a la alegría festiva del vino una dimensión
escatológica, la de la espera mesiánica del
restablecimiento de Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando
un sentido nuevo y definitivo a la bendición del pan y del cáliz.
1335 Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar l
a multitud, prefiguran
la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía (cf. Mt 14,13-21; 15, 32-29). El signo del agua convertida en vino en Caná (cf Jn 2,11) anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta
el cumplimiento del banquete de las bodas en
el Reino del
Padre, donde los fieles beberán
el vino nuevo (cf Mc 14,25
convertido en Sangre de Cristo.
1336
El primer
anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos,
igual que el anuncio de la pasión los escandalizó:
"Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?" (Jn 6,60). La Eucaristía y la cruz son piedras de escándalo. Es el mismo
misterio, y no cesa de ser
ocasión de división.
"¿También vosotros queréis
marcharos (Jn 6,67): esta pregunta del Señor resuena a través de las e
como invitación de su amor a descubrir que sólo Él tiene "p de vida eterna"
(Jn 6,68), y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a Él mismo.
La institución de la Eucaristía
1337 El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir
de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor (Jn 13,1-17). Para dejarles una
prenda
de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte
y de su resurrección
y ordenó a sus apóstoles
celebrarlo hasta su retorno, "constituyéndoles
entonces sacerdotes del Nuevo Testamento" (Concilio de Trento: DS 1740).
1338 Los tres evangelios sinópticos y san Pablo nos han
transmitido el relato
de la institución de la Eucaristía; por su parte, san Juan relata las palabras de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, palabras
que preparan la
institución de la Eucaristía: Cristo
se designa a sí mismo
como el pan de vida,
bajado del cielo (cf Jn 6).
1339 Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en
Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre:
«Llegó el
día de los Ázimos, en el que se había de inmolar el cordero de Pascua; [Jesús]
envió a Pedro y a Juan, diciendo:
"Id y preparadnos la Pascua para que la
comamos"[...] fueron [...] y prepararon la Pascua. Llegada
la hora, se puso a la mesa con los
Apóstoles; y les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no
la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios " [...] Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo
mío". De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz,
diciendo: "Este cáliz
es la Nueva
Alianza en mi sangre, que va a ser derramada
por vosotros" (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).
1340 Al celebrar la última Cena con sus Apóstoles en el
transcurso del
banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a
su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva,
anticipada en la
Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la
pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria
del Reino.
"Haced esto en memoria mía"
1341 El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras
"hasta que venga" (1 Co 11,26), no exige
solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por los Apóstoles
y sus sucesores
del memorial
de Cristo,
de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre.
1342 Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del
Señor. De la Iglesia de Jerusalén se dice:
«Acudían asiduamente a la enseñanza
de los apóstoles, fieles a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones [...] Acudían al Templo todos los días
con perseverancia y con un mismo espíritu,
partían el pan por
las casas y tomaban el alimento con alegría y con sencillez corazón» (Hch 2,42.46).
1343
Era sobre todo "el primer día de la semana", es decir, domingo, el día de la resurrección de Jesús, cuando los cris se reunían
para "partir el
pan" (Hch 20,7). Desde entonces
hasta nuestros días, la celebración
de la Eucaristía se ha perpetuado, de suerte que hoy la encontramos por todas partes en la Iglesia, con la misma estructura fundamental. Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia.
1344 Así, de celebración en celebración, anunciando el misterio pascual de Jesús
"hasta que venga"
(1 Co 11,26), el pueblo de Dios peregrinante "camina por la senda estrecha de la cruz"
(AG 1) hacia el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentarán
a la mesa del Reino.
IV La celebración litúrgica de la Eucaristía La misa de todos los siglos
1345 Desde el siglo II, según el testimonio de san Justino
mártir, tenemos las grandes líneas
del desarrollo de
la celebración eucarística.
Estas han permanecido invariables hasta nuestros días a
través de la diversidad de tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155,
para explicar al emperador pagano Antonino Pío (138-161) lo que hacen los cristianos:
«El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión
en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de
los profetas, tanto tiempo como es posible.
Cuando el lector ha terminado, el que preside
toma la
palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros [...] (San Justino, Apologia,
1, 67) y por todos los demás donde quiera que estén, [...] a fin de que seamos hallados
justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles
a los mandamientos para alcanzar así la
salvación eterna. Cuando termina
esta oración nos besamos unos a otros.
Luego se lleva al que preside a los hermanos
pan y una
copa de agua y de vino mezclados.
El presidente los toma y eleva alabanza y
gloria al Padre del universo, por el
nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque
hayamos sido juzgados
dignos de estos dones.
Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias,
todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
[...] Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los
que están presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a los ausentes»
(San Justino,
Apologia, 1, 65).
1346 La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una
estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros.
Comprende dos grandes momentos
que forman una unidad básica:
—
la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración
universal;
—
la liturgia eucarística,
con la presentación del pan y
del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión. Liturgia de la Palabra y Liturgia
eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto" (SC 56); en efecto, la mesa preparada
para nosotros en la Eucaristía es a
la vez la de la Palabra
de Dios y la del Cuerpo del Señor (cf. DV 21).
1347 ¿No se advierte aquí el mismo dinamismo del
banquete pascual de
Jesús resucitado con sus discípulos? camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la con
ellos, "tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio" (cf Lc 24, 30; cf. Lc 24,
13- 35).
El desarrollo de la celebración
1348 Todos
se reúnen. Los cristianos acuden a un mismo lugar
para la asamblea eucarística. A su cabeza está
Cristo mismo que es el actor principal de la Eucaristía.
Él es sumo sacerdote
de la Nueva Alianza. Él mismo es
quien preside
invisiblemente toda celebración eucarística. representante suyo, el obispo o el presbítero
(actuando in p Christi
capitis) preside la asamblea, toma la palabra
después de las
lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística. Todos tienen parte activa en la
celebración, cada uno a su manera:
los lectores, los que presentan las ofrendas,
los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo "Amén" manifiesta su participación.
1349 La liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el
Antiguo Testamento, y "las memorias de los Apóstoles", es decir
sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13),
y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la palabra
del apóstol: "Ante
todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones,
súplicas y acciones de gracias por todos los
hombres; por los reyes y por
todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2).
1350 La presentación de
las ofrendas (el ofertorio): entonces
se lleva al altar, a veces en procesión, el pan
y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote
en nombre de
Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en la última Cena, "tomando pan y una copa". "Sólo la Iglesia presenta esta oblación, pura, al Creador, ofreciéndole con acción de
gracias lo que proviene de
su creación" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 4; cf. Ml 1,11). La presentación de las ofrendas en el altar hace
suyo el gesto
de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo.
Él es quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos
los intentos humanos
de ofrecer sacrificios.
1351 Desde
el principio, junto
con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan
también sus dones para compartirlos
con los que tienen necesidad. Esta costumbre
de la colecta
(cf 1 Co 16,1),
siempre actual, se
inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):
«Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido
es entregado al que preside,
y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad
u otra causa priva de recursos, los
presos, los inmigrantes y, en
una palabra, socorre a todos los que están en necesidad» (San Justino, Apologia, 1, 67,6). 1352 La Anáfora: Con la plegaria eucarística, oración de
acción de gracias y de consagración llegamos al corazón y cumbre de la celebración:
En el prefacio,
la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo,
por todas sus obras , por la creación, la redención
y la santificación. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo.
1353 En la epíclesis, la Iglesia pide al Padre
que envíe su Espíritu
Santo (o el poder de su bendición (cf Plegaria Eucarística I o Canon romano, 90; Misal Romano) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman
parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu (algunas tradiciones
litúrgicas colocan la epíclesis después
de la anámnesis).
En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del
Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido
en la cruz de una vez para siempre.
1354 En la anámnesis que
sigue, la Iglesia hace memoria
de la pasión, de la resurrección y del
retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia con Él.
En las intercesiones, la Iglesia expresa que la
Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con
los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo en sus
Iglesias.
1355 En la comunión, precedida por
la oración del Señor y
de
la fracción del pan, los fieles reciben "el pan del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo y la Sangre
de Cristo que se entregó
"para la vida del mundo" (Jn 6,51):
Porque este pan y este vino han sido, según la expresión
antigua "eucaristizados" /cf. San Justino, Apologia, 1, 65), "llamamos a este alimento Eucaristía y nadie
puede tomar él si no
cree en la verdad de lo que se enseña entre
nosotros, si no recibido el baño para el perdón de los
pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo" (San Justino,
Apologia, 1, 66: CA 1, 180 [PG 6, 428]).
V. El sacrificio sacramental: acción de gracias,
memorial, presencia
1356
Si los
cristianos celebramos la Eucaristía desde los orígenes, y con una forma tal que, en su substancia, no ha cambiado a través de la gran diversidad de épocas
y de liturgias, es porque nos sabemos sujetos al mandato
del
Señor, dado la víspera de su pasión:
"Haced esto en memoria mía" (1 Co 11,24-25).
1357 Cumplimos este mandato del Señor celebrando
el memorial de su sacrificio. Al hacerlo, ofrecemos al Padre
lo que Él mismo nos ha dado: los dones de su Creación,
el pan y el vino, convertidos por el poder del Espíritu Santo y las palabras de Cristo, en el
Cuerpo y la Sangre del mismo Cristo:
así Cristo se hace real y misteriosamente presente.
1358 Por tanto, debemos considerar la Eucaristía:
— como
acción de gracias y alabanza al Padre,
— como memorial
del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,
—
como presencia
de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu
CONCLUSIÒN:
En pocas palabras, el sacrificio
eucarístico es la repetición del sacrificio de Cristo. Esto es exactamente lo mismo,
que enseña la secta la luz del mundo.
Ya que se enseña que
El sacrificio de Cristo se repite, por esta causa,
es que se afirma que hay perdón de pecados.
La única manera en que pueda haber perdón de pecados, es que se de un sacrificio cruento. Es decir, el sacrificio
de Cristo se debe repetir.
Ya que sin derramamiento de sangre, no se hace remisión.
Hebreos-9-22-
Y según la ley, casi todo es purificado con sangre,
y sin derramamiento de sangre
no hay perdón.
CONCLUSIÒN:
Queda demostrado que LLDM, si practica la doctrina
del sacrificio eucarístico, la cual es una doctrina pagana.
¿ Qué tiene que ver esto con el santo evangelio? BREVE REFUTACIÒN A LA DOCTRINA
DEL SACRIFICIO EUCARÌSTICO.
La palabra de Dios es muy clara cuando demuestra,
que el sacrificio de Cristo no se puede repetir, renovar,
o actualizar. Ya que este sacrificio, se efectuó una vez, y para siempre.
Hebreos-7-23-27-
23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 24 mas este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio
inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos.
26 Porque tal sumo
sacerdote nos convenía: santo, inocente,
sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que
los cielos; 27 que no tiene necesidad
cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
-Hebreos-9-24-26-
24 Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse
ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para
ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
26
De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces
desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre
por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en
medio el pecado.
Hebreos-10-11-12-
1 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo
ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado
a la diestra de Dios,
CONCLUSIÒN:
Queda demostrado, que el sacrificio de Cristo no se puede repetir. Por tanto, es
imposible que se pueda renovar
dicho sacrificio. Este hecho bíblico, destruye la falsa doctrina del sacrificio eucarístico.
SEGUNDO PUNTO
Para que un sacrificio sea legítimo, se debe llevar
a cabo una ofrenda. El problema para LLDM, es
Cristo fue ofrecido una sola vez.
Por tanto, no hay más ofrenda
por el pecado.
Esto demuestra, que no hay posibilidad de que el sacrificio eucarístico sea válido.
Hebreos-10-14-
14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 15 Y nos atestigua lo mismo
el
Espíritu Santo; porque
después de haber
dicho:
TERCER LUGAR
Como puede Naason ofrecer a Cristo, ¿ Si Cristo se ofreció asimismo?
Ningún mortal, puede ofrecer a Cristo en sacrificio, ya que Cristo ya se ofreció asimismo.
ÙLTIMO LUGAR:
Para que haya perdón de
pecados, la santa cena debe ser un
sacricio. Y la cena del Señor no es un sacrificio. Y para esto, Cristo debe estar presente. Sin embargo, la palabra de Dios demuestra, que Cristo solo regresarà una vez.
Hebreos-9-28-
28 así también Cristo
fue ofrecido una sola vez para llevar
los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado,
para salvar a los que le esperan.
CONCLUSIÒN:
Estos hechos poderosos, demuestran que es mentira que en la santa cena de LLDM, se puede obtener el perdón de los pecados.
¿Se recibe a Cristo
en la cena?
Bueno, esto es lo que enseña la secta de la luz del mundo.
¿es verdad?
Esta doctrina
es completamente falsa,
y la prueba que lo demuestra. Es que la palabra de Dios, enseña que se recibe a Cristo, por la Fe. Y no por
participar del pan, y del vino.
El propio Señor Jesucristo, enseñó en Juan-6-40-, que la vida eterna
se recibe por creer en EL.
Y no por participar de una comida material.
JUAN-6-40-
40 Y esta es la
voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo,
y cree en él, tenga
vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
2-Corintios-5-17-
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura {es}; las cosas viejas
pasaron; he aquí,
son hechas nuevas.
Efesios-2-8-
Porque por gracia habéis sido salvados
por medio de la fe, y esto no de vosotros, {sino que es} don de Dios;
Juan-3-18-
El que cree en El no es condenado; {pero} el que no cree, ya ha
sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Estos hechos demuestran, que no es verdad que se s6e recibe a cristo en la santa cena.
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